Resumen – reflexión de “El talento en tiempos del coaching.
¿Somos partidarios de Oscar Wilde? “Lo que no te dé la naturaleza, no se puede aprender” o ¿partidarios de Doris Lessing? “El talento es algo bastante corriente. No escasea la inteligencia, sino la constancia”
Se trata de un debate ancestral: el de la genética versus el esfuerzo. Hagamos un recorrido por el tema.
Anders Ericsson y Robert Pool y la “regla de las diez mil horas”. A principios de los noventa iniciaron una investigación de referencia en la Academia de Música de Berlín, con el objetivo de establecer empíricamente si existía o no el talento innato. Dividieron a los violinistas en tres grupos: los de mayor potencial, los que estaban en tierra de nadie y los considerados menos virtuosos. Estudiaron el número de horas invertidas en la práctica del instrumento de cada uno de ellos, poniendo bajo la lupa el esfuerzo respectivo. Llegando a la conclusión que lo único que distingue a un virtuoso de un mediocre es el esfuerzo invertido en practicar la disciplina. Talento igual a perseverancia.
Ericsson nos dijo que apoyar sólo a las personas que creemos poseedoras de un don natural y desalentar a los que consideramos sin talento alguno, va a provocar que sin darnos cuenta animemos a unos y desalentamos a otros. Haciendo cumplir la profecía autorrealizada (predicción que, una vez hecha, es en sí misma la causa de que se haga realidad).
Gladwell, detractor de la idea del talento innato admite que existen algunas disciplinas (especialmente las deportivas) donde la edad de inicio o las condiciones físicas tienen una importancia igual o superior en la ecuación. «Podría jugar al ajedrez durante cien años y nunca me hará ser un gran maestro».
Wislawa Szymborska (premio Nobel de literatura) en la década de los 60 fue una de las redactoras responsables de dar consejo y valoración a los manuscritos que los aspirantes a escritores enviaban a la revista polaca “Vida Literaria”. «Mi novio dice que soy demasiado guapa para escribir buena poesía. ¿Qué piensan de los versos que adjunto?», preguntó una lectora. «Creemos que es usted, efectivamente, una chica muy guapa», respondió Szymborska. Lo tenía claro: el talento existía. «El talento… algunos lo tienen, y otros no lo tendrán nunca». Eso no significaba, en modo alguno, que desalentara la práctica, el estudio o la disciplina.
¿A qué conclusión llegas? ¿Todo se consigue a base de esfuerzo? ¿No todos valemos para todo? Soñar es sano, y aún mejor no ponernos límites.
Como les comenté a los participantes a una de mis últimas conferencias sobre talento directivo, dejo a vuestro libre albedrio de pensamiento que lleguéis a la conclusión que queráis llegar.