La muerte de Pere Casaldàliga quien hizo de las causas su vida, me ha hecho conectar con un tema latente en muchas de las temáticas que trato: El propósito como fuente de motivación. Y recuperar este post del baúl de las reflexiones.
En alguna de mis formaciones introduzco a Viktor Frankl – neurólogo, psiquiatra y filósofo austriaco- autor de “El hombre en busca del sentido” y creador del método terapéutico conocido como la logoterapia basada en el sentido o propósito existencial.
El razonamiento de Frankl se basa en que es la voluntad del sentido o el significado y no la voluntad del placer, lo que constituye al ser humano y le permite tener una buena vida. Recupera una famosa frase de Nietzsche: “Para quien tiene un porqué, nada es insoportable” (El ocaso de los ídolos).
Frankl acompaña a menudo las sesiones donde se habla de motivación humana – concepto que se define en una diapositiva junto a la imagen del protagonista de la película “UP” antes de emprender el vuelo de su casa con múltiples globos-. Conecto el pensamiento de Frankl aportando la idea de que una acción con un propósito lleno de sentido o significado, permite actuar y encontrar la energía necesaria para automotivarse y encontrar satisfacción en cualquier proyecto.
Esta visión se encuentra alineada con autores que tratan el tema de la motivación como Daniel Pink quien nos dice que los factores de motivación son la maestría, la autonomía y el propósito.
Pero en el momento que propongo a los participantes de estas sesiones que recuerden una situación donde se hayan sentido especialmente motivados, surge un aspecto más en la motivación humana.Cuando recuerdan la situación surgen ideas relacionadas con el propósito: objetivo claro, autorealización, responsabilidad… Pero también surgen ideas como: reconocimiento, recompensa, promoción, compañerismo, condiciones adecuadas, seguridad… Aspectos que conectan más con la necesidad y con el placer.
En ese momento me doy cuenta de que la motivación humana conecta con dos doctrinas filosóficas: la eudaimonía y el hedonismo (1)
Para entenderlas os presento un ejemplo.
Tengo dos buenas amigas, que antes también eran dos buenas amigas entre ellas, hasta que un buen día escogieron distintos caminos para encontrar el bienestar personal y los motivos para encaminar sus acciones desde las más cotidianas a las más complejas.
Mi amiga A escogió la perspectiva hedonista
Una de sus frases favoritas es: “No se vive la vida, la vida se disfruta”.
En su cuenta de Instagram puedes ver que así lo lleva a cabo. Con un gran talento estético y creativo podemos ver imágenes de suculentas comidas, paseos en lugares maravillosos a la puesta de sol, marcas de vino a la luz de una cámara que lo hace aún más tentador, todo ello amenizado con frases y música que te conectan con la alegría y el placer. Para mí es una referente cuando quiero ir a un buen restaurante, me quiero apuntar a algún festival de moda y he de reconocer, que viajar con ella es un lujo que me conecta con mi espíritu “bon vivant”.
En cambio, mi amiga B escogió la perspectiva eudaimonista
Su frase: “El camino a la congruencia pasa por bajar a las cavernas”.
No encuentras fotos ni excesivos likes en sus redes. Te llegará de forma escogida y seleccionada información sobre algún tema filosófico, psicológico o de algún acto reivindicativo social o humanitario.
Es alguien con quien compartir ante una buena botella de vino (lo cortés no quita lo valiente) conversaciones profundas y reflexiones amenizadas con alguna nota de ironía y humor. De mis encuentros con ella siempre me llevo alimento para el intelecto e ideas para continuar entrenando mi vulnerable espíritu.
Y yo me pregunto: ¿No deberían ser dos buenas amigas de nuevo? ¿No son las dos caras de una misma moneda? ¿Son caminos a la motivación opuestos?
Según mi perspectiva las dos están buscando su bienestar psicológico (los filósofos hablarían de felicidad) dando sentido a su vida a través de la satisfacción (física, emocional o intelectual). Y en esa satisfacción (conectaríamos fácilmente con la teoría de la motivación de Maslow) encuentran la energía para motivarse.
¿Y tú? ¿Qué perspectiva tomas? ¿Hedonista o Eudaimonista?
(1) El hedonismo es una doctrina de la filosofía que considera al placer como la finalidad o el objetivo de la vida. En concreto esta filosofía, que establece como objetivo de la vida el placer de los sentidos, fue impulsada por el filósofo griego Epicuro de Samos, que vivió en el periodo comprendido entre los siglos IV y III a.C. y que estableció que la meta máxima de cualquier ser humano debe ser el conseguir la felicidad. Ello supone, por tanto, que haya que satisfacer de manera moderada las necesidades que tenga su cuerpo, que deba buscar los bienes materiales que le dan seguridad y que cultive la amistad, el amor, las letras y las artes.
El término griego eudaimonía, nos remite a la importancia de armonizar la vida con el significado más profundo, o aquello que los griegos creían venía del alma o del espíritu y que nos vinculaba con el cosmos. Aristóteles fue quien desarrolló con profundidad el concepto de eudaimonía. Atribuye la felicidad, en cierta medida, al aprendizaje y al desarrollo o capacidad del ser humano en pro a alguna acción o propósito. La felicidad viene fundamentalmente de una vida llena de significado, de conexiones profundas con uno mismo y con las demás personas y de una vida espiritualmente plena.