Llevamos ya un tiempo aportando información sobre el cambio, recopilando ideas que vamos encontrando por aquí y por allá, y tratando de aportar nuestra visión sobre este proceso de transformación que va tan asociado a conceptos como crisis, incertidumbre, futuro…
Nos planteamos lo siguiente: ¿podríamos reciclar algunos sustantivos, verbos o adjetivos para hacer referencia al desarrollo de las personas cuando se encuentran con el cambio?
Pensamos, por ejemplo, en algunas expresiones como “gestionar el cambio” que no acaban de encajar en un contexto como el actual, en que las organizaciones y las personas que trabajan en ellas ya han entrado de lleno desde hace tiempo en este proceso. Y no de manera calculada y progresiva. No, más bien inesperadamente y sin capacidad de reacción para pensar en cómo gestionarlo y descubriendo, sobre la marcha, de qué potencial se dispone en cada caso para ser eficaces y aportar valor.
Ya no nos sirven las acciones que nos permiten tomar conciencia de cómo podemos incorporar, organizar, tomar o dirigir el cambio. Lo que ahora es necesario es ver cómo se puede sostener y sustentar éste cuando ya nos han lanzado sobre él y nos encontramos inmersos en una transformación.
Las conversaciones de café, en salas de reuniones y en ascensores, tienen un aire de aceptación (ya no se habla de “tenemos que adaptarnos al cambio”), pero también de buscar cómo salir victoriosos y llevar lo mejor posible las nuevas situaciones de transformación profesional o empresarial.
La mirada debe ir orientada a observar qué competencias son necesarias en este momento que permitan vivir con cierta calidad y éxito una situación… ¿diferente?, ¿incierta?, ¿novedosa?… En cualquier caso, la realidad nos impone la necesidad de generar un nuevo vocabulario, más amplio, más rico y más variado, para incluir todas las dimensiones que demanda actualmente el concepto de cambio.