La motivación es, en síntesis, lo que hace que una persona actúe y se comporte de una determinada manera. Es una combinación de procesos intelectuales fisiológicos y psicológicos que deciden en una situación determinada con que rigor se actúa y en qué dirección se enfoca la energía.
Y esto es tan fácil de describir en las sintéticas líneas de este post, como difícil llevar a cabo cuando estamos dirigiendo a un grupo desde el rol que sea: directivo, docente, tutor, mentor…
No olvidemos que la motivación se compone de esfuerzo (intensidad de la conducta para conseguir un objetivo) persistencia (esfuerzo sostenido para conseguir este objetivo) y dirección (responde a la cuestión de si el esfuerzo va en la vía correcta).
Podemos entender entonces como algunos emprenden de forma rápida e inmediata (esfuerzo) pero al poco tiempo se cansan (persistencia) porque la tarea propuesta parece que sólo lleve al desencanto.
Encontramos autores como Daniel Pink, Mihaly Csikszentmihalyi o David Fischman que se han dedicado a hablar de la motivación intrínseca y a dar ideas para quienes deben acompañar a la motivación. Aplicables en cualquier entorno empresarial, organizacional, académico o personal.
Partiendo de lo que propone Csikszentmihalyi “la propia tarea es el principal elemento de motivación” y una afirmación por nuestra parte: “nadie puede llegar a motivar a otro… pero sí que puede no desmotivarlo”, proponemos cinco claves de la motivación, resumen de los anteriores autores, que nos pueden servir de ayuda en nuestra tarea de acompañar y crear contextos de motivación:
- Generar espacios de autonomía, por ejemplo en cierta toma de decisiones.
- Proponer retos que estén a la altura del talento de la persona.
- Crear relaciones cercanas y de confianza.
- Ofrecer espacios de aprendizaje y maestría.
- Dotar de sentido y dirección, no olvidar el propósito de la acción.
Y por supuesto si estamos dirigiendo a un grupo o proyecto, lo primero es motivarnos. El entusiasmo es contagioso.
[Imagen: Blog Nutrition by mi]